Controlando la altitud en la planificación

Una de las habilidades básicas que todo planificador profesional debería tener es la de controlar la altitud. Una pérdida descontrolada de altitud es una de las principales causas de una planificación fallida.

La altitud determina lo que ves. Si estás a una gran altura sobre la superficie de la tierra podrás ver un área grande y extendida, pero en menor detalle. Si estás a una altitud más baja, verás un área más pequeña, pero en mayor detalle.

En la planificación hay proyectos de gran altitud que observan áreas extendidas (una ciudad, una región, o una zona urbana) e identifican soluciones apropiadas existentes para esa escala. También, hay proyectos de baja altitud, así como la aprobación del desarrollo de un espacio particular, cómo por ejemplo en mi área de trabajo, diseños detallados de una estación de transporte o el cronograma de un recorrido de buses.

Cada proyecto, también, se mueve en diferentes altitudes. Al igual que con un plano, necesitas elevarte y mirar las cosas desde arriba para observar el cuadro completo. Si no lo haces, y sólo dibujas una caja alrededor de tu problema intentando solucionar el problema que hay dentro de esa caja, podrías terminar provocándole daño a lo que está fuera de dicha caja. Por ejemplo, si la planificación del uso del suelo no es nada más que la aprobación de su desarrollo, entonces se construirá sobre ese suelo, proyecto a proyecto, sin prestarle atención a las consecuencias y externalidades que pueda tener en el tráfico, la calidad de vida de las personas, o en los recursos naturales, por ejemplo. 

Por otro lado, planes que se mantienen a gran altitud (planes regionales, visiones, planes estratégicos, etc.) no tienen ningún efecto en la realidad a menos que se implementen con acciones concretas en altitudes más bajas.

La metáfora del avión funciona así: Para ver claramente, necesitamos que nuestro avión esté a una gran altitud. Pero para implementar cualquier cosa, necesitamos aterrizar el avión.

 

La clave es perder altitud de una manera controlada e intencional. Observa el problema desde la altura y encontrarás soluciones que hagan sentido a esta escala. Tal vez, por ejemplo, identificas una calle que debería tener transporte público exclusivo, pero no necesitas especificar qué tipo de tecnología debería tener, o incluso, no necesitas definir el trazado exacto. Más adelante, un estudio se enfocará en este corredor para explorar opciones de funcionamiento. Los pasos a seguir para la implementación del proyecto definido son parte de una perdida de altura controlada hasta que finalmente en el día de apertura, aterrizas: Lo que planificaste está pasando.

 

Sin embargo, existe siempre el peligro de perder altitud de manera descontrolada, es decir,  chocar u accidentar el avión. Esto pasa cuando una conversación a una gran altitud se ve interrumpida o silenciada por problemas en altitudes mas bajas. Por ejemplo, cuando estamos explorando una estructura potencial para la red en una ciudad, el director de tránsito interrumpe para decir que un cruce no es posible, o que ese negocio nunca nos va a permitir establecer una parada de autobús allí. Estos comentarios son accidentes aéreos. Si tenemos éxito a gran altitud, el desarrollo de una visión para una red de transporte público emocionará a las personas hasta el punto de que ellos también querrán que la red tenga éxito, y todos aquellos pequeños problemas van a ser fáciles de resolver. Pero si dejamos que estas preocupaciones impidan nuestras ideas de gran altitud, nunca vamos a poder hablar de todo el panorama.

Esto pasa bastante en personas que tienen opiniones fuertes sobre ciertas tecnologías de transporte específicas. Aprueban o rechazan fervientemente alguna tecnología específica y por este motivo quieren saber qué tecnología usaremos antes de pensar adecuadamente preguntas de una mayor altitud: ¿Cuáles son nuestras metas de transporte? ¿Cómo balanceamos metas que competirán entre ellas? ¿Qué tipo de red queremos para toda la ciudad? ¿Qué tipo de movilidad y acceso queremos proveer?

Si estas preguntas suenan desesperadamente abstractas, revisa la introducción de mi libro. Allí explico cómo podemos abordar estas interrogantes para que los ciudadanos las puedan responder siendo conscientes de sus consecuencias. Esto, a su vez, significa que las decisiones que ellos toman pueden ser implementadas. El avión puede descender y, finalmente, aterrizar.

 

 

Traducido por Daniel Lanfranco Sagaris